27 mayo 2011

Huéspedes/Abecedario I/ Nidia Cuan, 1984, Tampico, Tamps./núm.1 mzo.07


Te voy a hablar de la piedra rota y de los trasueños,
de la palabra que pedí prestada y el ojo bobo que robé
a la niña de enfrente:
la niña de los cabellos limpios y olorosos,
esa que por las noches
se trepaba en mi balcón desabriendo los espejos y
afiliaba sus uñas en la madera del tejado
que nunca visité.
Te verso que sigo aquí,
que vivo y respiro con indecente monotonía,
que malgasté mis dos últimos suspiros y que
vendí mi riñón inservible
el domingo pasado.
Te digo que estoy robando las palabras,
que soy una intrusa más de la voz y de tu perfil
recargado y furioso,
como nube de angora.
Te cuento que todo sigue igual,
que las pestañas me pesan como la luna de noviembre,
casi como los ecos
(secos)
de febrero,
el mes más olvidado por bisiesto,
el más ingrato por mujer
¿Y qué pasa si te digo que me siento manca del lenguaje,
pordiosera en el intento de malvivir mi propia letra?
El signo de interrogación como muleta
el acento que se agolpa en mi ritmo pasado,
el ritmo que está allí disolviéndose en mi lengua
después mi lengua de pez:
mi lengua que baila y se contrae
Rictus
finconelprincipioquenopuededetenerseniacertaraesperar
viene como va
veloz.
Mi lengua quiere correr,
(mi lengua es un apartado lugar del viento).
Mi mano se cansa,
(mi mano es una prótesis).
Toda yo soy una prótesis
toda yo soy un muñón,
mal construido,
de sintaxis triste de sonido seco.

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