27 mayo 2011

Palabricolaje/núm.1 mzo.07

Palabricolaje

Esta sección toma su nombre de un conocido término que se ha empleado en distintas disciplinas, y que en su definición más general significa: “alguien que junta objetos e información y luego los une en una forma para los que previamente no habían sido pensados.”

En los estudios de Cultura, el bricolage indica el proceso por el cual la gente adquiere objetos de varias divisiones sociales para crear nuevas identidades culturales. En particular, es una característica de las subculturas, como sucede en movimientos como el Punk. Aquí los objetos -que poseen un significado o ninguno en absoluto en la cultura dominante- son adquiridos para obtener un nuevo significado, frecuentemente subversivo.

En el Arte, el bricolage es una técnica donde se crea a partir de materiales diversos, comunes o a la mano, y se ve como característico de los trabajos postmodernos. Jacques Derrida ya había ampliado esta noción a cualquier discurso, expresando que si uno llama bricolage a la necesidad de pedir prestado el concepto de un texto conocido, entonces cada discurso es ya un bricoleur.

Por analogía podría aplicarse también a la forma fragmentada y simultánea en que trabaja nuestra memoria,  al acudir a la información previamente acumulada cuando requiere aprehender o darle sentido a la complejidad de una o diversas realidades, eligiendo de manera constante entre las enormes cantidades de datos almacenados, aunque en dicho momento no pueda asegurar de dónde proviene cada una.

Lo que aquí propone Palabracadabra es conjuntar en un mismo texto fragmentos poéticos y discursivos, cuyas plumas obedecen a distintas tradiciones y situaciones históricas, donde el gusto por la indagación bibliográfica presta energías,y se confunde deliberadamente con la tarea de difusión. Se trata de abrir ventanas a un universo de significación humana, con la sola intención de seguir la huella de los códigos culturales que nos permiten apropiarnos de la polifónica configuración de nuestro presente.

En este sentido, se presenta un bricolage o ya castellanizado y domesticado, la Palabricolaje, pues quizá sólo de este modo es que textos y autores tan heterogéneos y distanciados en temas, épocas, estilos, y más, puedan convivir en un mismo espacio,  representado por el texto, para mostrarse en el plano relacional de la conciencia.

Lo formalmente lógico habría sido ensayar didácticamente una variedad de discursos, pero esto necesariamente requeriría de un tema o de algún factor que, válido o forzado, los vinculara en una misma sección. Pero no pretendemos que se aborden temáticamente, sino que en este caso la literatura imite el cause de un pensamiento divagatorio que frecuentemente se ve atraído por las fuerzas de la caprichosa casualidad.


A piel de flor, las palabras

Víctor Terán (Juchitán, Oaxaca, 1958)

Voz que es lamento por un pueblo herido. Voz que llama al amor y a su imposibilidad. Voz que coquetea con la muerte, que sabe conjuntar alegría y dolor. Voz donde la palabra que germina se libera al ser escuchada:

Escribir la palabra en flor[1]
Que nadie perturbe mi sitio,
que nadie intente hablarme,
que nadie retoce.
Ayúdenme a cercar
este pensamiento.
Lacen el viento niño
que hostiga aquí mismo
y observen calladamente,
sus ojos no me inquietan,
vean tranquilamente,
como escribe el hombre
la palabra en flor.

Terán es miembro fundador de Escritores en Lenguas Indígenas A.C., y traductor del zapoteco al español de sus propios versos.

Sobre la poética de la experiencia

Gastón Bachelard (1884-1962)

Queremos siempre que la imaginación sea la facultad de formar imágenes. Y es más bien la facultad de deformar las imágenes suministradas por la percepción y, sobre todo, la facultad de librarnos de imágenes primeras, de cambiar las imágenes. Si no hay cambio de imágenes, unión inesperada de imágenes, no hay imaginación, no hay acción imaginante. Si una imagen presente no hace pensar en una imagen ausente, si una imagen ocasional no determina una provisión de imágenes aberrantes, una explosión de imágenes, no hay imaginación.

Gastón Bachelard, como filósofo y ensayista, orientó sus estudios simultáneamente hacia los procesos del pensamiento racional y los de la creación poética. A partir de estas vertientes se desenvuelve su trayectoria intelectual, la cual puede seguirse, por una parte, a través de sus trabajos sobre La formación del espíritu científico (1934-38) y su propuesta El materialismo racional (1953);

Por la otra, durante una primera etapa conduce su análisis hacia los procesos imaginarios, desde un psiquismo hasta cierto punto influido por K.G. Jung, el cual supone una búsqueda muy amplia, recorriendo y analizando diversos autores y temas de la literatura, tomando como base los cuatro elementos fundamentales: tierra, agua, aire y fuego (1938-48); en su etapa madura, se concentra en La poética del espacio (1957) y La poética de la ensoñación (1960), textos en los que recupera su bagaje sobre la actividad imaginadora, para dar cuenta de aquéllas dimensiones humanas que configuran lagestación de la poesía, asunto que lo acompañó casi toda su vida[2].

De un modo más general hay que revisar todos los deseos de abandonar lo que se ve y lo que se dice a favor de lo que se imagina. Así tendremos la oportunidad de devolver a la imaginación su papel de seductora.[3]



Poemínimos y zen-cillitos

Antonio Porchia[4] (1885-1968)

Durmiendo sueño
lo que despierto sueño.
Y mi soñar es continuo.

Italiano de nacimiento, adoptó desde pequeño a la Argentina como patria, escribiendo en español su única obra Voces, un libro de frases poéticas emparentadas con el aforismo.

Mis ojos, por haber sido puentes, son abismos.

El aforismo es una sentencia breve que, redactada en un estilo conciso y directo, expresan un pensamiento, comprimiendo su sentido en el menor número de palabras.

El viaje: un partir de mí, un infinito de distancias infinitas y un arribar a mí.

Debido a esta forma sucinta de escribir, se ha dicho que existe un paralelismo con el japonés haiku, y se han encontrado similitudes con algunas escuelas del pensamiento zen, tanto por su brevedad como porque parecen pequeñas revelaciones, resultado de largos momentos reflexivos.

Cuántos, cansados de mentir, se suicidan en cualquier verdad.



Por la libertad que no hemos conseguido

A estas alturas del siglo XXI, el pensamiento contemporáneo no reconoce cabalmente la trascendencia y originalidad del más importante de los exponentes anarquistas. Mijail Bakunin[5] (1814-1876), decía de sí mismo Yo no soy ni un sabio ni un filósofo, ni siquiera un escritor de oficio. He escrito muy poco en mi vida y solamente lo he hecho, por decirlo así, a pelo, cuando una convicción apasionada me forzaba a vencer mi repugnancia instintiva contra toda exhibición de mi propio yo en público.

Fue contemporáneo de Karl Marx, ambos coexistieron en el marco político organizativo de La Internacional Socialista (La Haya, 1872), de la cual, a raíz de sus diferencias ideológicas, Bakunin y los suyos fueron prontamente expulsados. Desde entonces aquellos hechos descubrían la vena autoritaria del proyecto socialista, a la vez que confinaban a la marginalidad teórico-práctica un movimiento cuyo horizonte utópico dibujaba una sociedad sin Estado burocrático, suponiendo su destrucción a través de un régimen de libres asociaciones de productores y consumidores.

Detrás del anti-estatismo bakuniano y por extensión, en la base del proyecto histórico anarquista, se esconde una profunda concepción de las capacidades humanas, la cual tuvo un lugar más bien secundario en el debate filosófico, y prácticamente ninguno en el plano factual de las relaciones sociales de la modernidad.  


Quiero ser libre y no puedo,
porque en mi derredor
todos los hombres no quieren
ser también libres;
y no queriéndolo
se convierten para mí
en instrumento de opresión.





En este siglo XXI, la marginalidad del anarquismo deviene expresión de las capacidades que la sociedad rechaza ciega y sistemáticamente; mismas que resisten, alimentan la forma y construyen el lugar donde las esperanzas sociales vuelven irreductible la consideración del individuo en su libertad y responsabilidad plenas. 



Mirada de corazón…

Rainer María Rilke (1875-1926).[6]

Quisiera volverme como la gente secreta,
no formar jamás pensamientos bajo mi frente,
encerrar toda la nostalgia en mis rimas
no ofrecer en mis miradas más que una dulzura en germen,
y que mis silencios estremecieran.

¿No traicionar ya nunca más, y de mi soledad
hacer una muralla impenetrable?
Pero cuando, asombrada por un destello de lanzas,
la ruidosa multitud ante ellos se prosterna
sacándose el pecho como un sacramento,
levantan sus corazones, y este corazón la bendice.

…para guardar silencio.


[1] Víctor Terán: Diixda’Xieeñé: “Escribir la palabra en flor” en Palabras descalzas. México, Ed. Bi’cu’nisa, 1997, Segunda Edición.
[2] Al respecto, es elocuente la interpretación y cita del investigador Gianni Lara: Un vivir sin pretensiones, en donde las imágenes se asocian y se integran al orden fundante de la poesía que está por encima del saber humano. De ahí que la experiencia poética de Bachelard parte precisamente de ese no-saber: “El no-saber no es una ignorancia sino un difícil acto de superación del conocimiento. (…) En poesía, el no-saber es una condición primera; si hay oficio en el poeta es en la tarea subalterna de asociar imágenes”, (Lara Cruz, Gianni: Una aproximación a la poesía y al tiempo poético en Gaston Bachelard. http://www22.brinkster.com/artliterarios/escritos/gianni_aproximacion.htm.
[3] Con bibliografía básica de Breviarios, del Fondo de Cultura Económica e  información de www.wikipedia.org
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Bakunin
http://acracia.org/breves.html
www.monografias.com/trabajos14/anarquismo/anarquismo.shtml
[6] Rainer Maria Rilke: “Quisiera volverme” en Antología (Elegias de duino). México, Editorial Letras Vivas, 2006, p. 24

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