La hoja se desprende: un péndulo en el aire
afuera las paredes de la lluvia
(miradas)
surcos de agua me alimentan
triste savia Triste
lejos de mí
dejo de pensar en ella una reina
una diosa
Sabia selva negra
puedo olerte todavía
tu corteza
savia deliciosa te he probado
consciente mi cansancio surca el seno
el cuerpo
camino perpetuo
camino distante
tragué espinas
trapecios constantes de colores círculos
tragos amargos de espacios en blanco
trasgos que refutan mi camino en dialecto de sexo
acusan con juicios de testigo inexistente
atraviesas musa de silencio
árbol hueco con sombra de árbol
palabra en forma de palabra con sombra de árbol
en sombra de árbol con forma de eco
en forma de palabra con sombra de silencio
giro de juego: jinete de sueño
en la gruta escapa a su sentido
Puedo olerte todavía
oler tu vida
Anillos concéntricos
de niebla dispersan en rabiosas ansiedades de lunas negras y de savias
a las formas que distingo en una nube
de nostalgia losa antropomórfica figura
se dibuja amarga en la palabra
se deshoja
respira Respira
Respira y se quema
se tatúa temprano al sol de oeste
como en mi piel
puedo olerte todavía
oler a tus ideas que se desprenden
como canto triste al atardecer primero de un otoño
como canto cansado y cansado duermo
sin sueño
me repito en mi sombra o un espejo
en el eco
en el verso sigo repitiéndome perpetuo
desaire de raíz todo lo ajeno
lo desprecio
El canon prohíbe mi presencia
Una hoja
se deshace en disculpas al mecerla el viento
entre sus dedos la acaricia cariñoso
despierta conocida sensación
canción que canta sin reparo en antiquísimo dialecto
en dialecto de sexo destila cada poro y la enaltece
una reina
una diosa
una planta nace nueva de la tierra en retoño sobre la leyenda escrita en piedra
lluvia y musgo
Tiempo
puedo olerte todavía en mi cuerpo
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